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La cantante Shakira ha vuelto a dar de qué hablar en los Grammy Latinos al utilizar a sus hijos en su actuación. A pesar de haberse separado de Gerard Piqué hace un año y medio, Shakira parece seguir lidiando con el desamor y utiliza a sus hijos como una forma de expresión. Vestidos de blanco apocalipsis, los niños aparecieron en primer plano y bailando en la primera fila durante la espectacular actuación de su madre con Bizarrap. Esta situación ha generado opiniones divididas, ya que algunos consideran que no es adecuado involucrar a los hijos en temas de desamor y ruptura.
Desde que Shakira y Gerard Piqué anunciaron su separación, se han hecho muchas especulaciones y críticas sobre las razones detrás de su ruptura. Ambos han sido objeto de rumores y acusaciones, y se ha utilizado la historia de su separación para alimentar el morbo y el chisme. Sin embargo, Shakira ha dejado claro que solo conocemos una parte de la historia y que la otra está protegida para salvaguardar a sus hijos. A través de tres canciones, la cantante ha compartido su versión de los hechos, pero aún hay mucho que desconocemos. Es importante recordar que, en una separación, los hijos deben ser protegidos y no utilizados como armas o instrumentos de venganza.
En medio de una separación, es fundamental proteger a los hijos y evitar que se vean afectados por los problemas de los padres. Como menciona Shakira, cuando se separó de su ex pareja, buscó un piso cerca de sus hijos para mantener una relación cercana con ellos. A pesar de haber fracasado como pareja, ambos han logrado mantener una relación amigable y fomentar la tribu familiar. Los niños no deben pagar los errores de los adultos y es responsabilidad de los padres garantizar su bienestar emocional y físico.
En medio de la polémica en torno a la separación de Shakira y Piqué, las actuaciones más destacadas en los Grammy Latinos fueron las de Rosalía y Rauw Alejandro. Rosalía abrió la gala con una versión impresionante de una canción de Rocío Jurado, mientras que Rauw Alejandro interpretó una canción de Laura Pausini. Ambas canciones hablan sobre el desamor y la venganza, temas que parecen resonar en la industria musical. Estas actuaciones demuestran que el desamor es un tema universal y que muchos artistas encuentran en la música una forma de expresar sus sentimientos y experiencias personales.